Divulgación musical
La Improvisación en la música al alcance de todos
Por Julio F.
González Iramain –Prof. de Música (Esc. Walter Malosetti), Lic. en Comunicación
Social (UBA) – Director de la Escuela Superior de Música de La Rioja. 0380-4421119 / jgonzaleziramain@yahoo.com.ar
Gracias a (o quizás podríamos decir
“por culpa de”) la homogeneización cultural que produjo la globalización, la
música en el mundo, por primera vez en la historia, parece encaminarse hacia la
adopción de un sistema musical compartido, aunque, claro está hegemonizado por un
enfoque occidental (europeo). Este sistema musical en realidad surge como una reinterpretación
del sistema musical griego-helenístico que se produjo desde la Edad Media a lo
largo de unos mil quinientos años y que desembocó, primero en el sistema tonal,
y luego en el “Temperamento igual” que se produjo en el epílogo del período
Barroco: La división de la octava en 12 intervalos iguales que usamos
actualmente (en detrimento de los microtonos y los intervalos desiguales del
sistema de afinación pitagórico y por los armónicos).
La música de occidente se sustenta
sobre tres innovaciones que, a la vez, suponen grandes pérdidas. Occidente
reinterpreta (a partir de la cosmovisión eclesiástica medieval) la tradición modal
griega y, con el correr del tiempo, el actual modo Jónico desemboca en el Sistema
Tonal. Así se pierde la riqueza y el color del resto de los modos griegos y sobre
todo el sistema Enarmónico que contenía 15 sonidos y microtonos, divisiones menores a nuestro
actual semitono. La necesidad de transportar melodías y armonías a otras
tonalidades y el creciente uso de instrumentos de teclado como el Clave (el
antecesor del Piano) llevó a la necesidad de la afinación fija, y esto al Temperamento,
con la consabida pérdida de la diversidad que suponía tener distintos tipos de
intervalos: Salvo las octavas, el resto de los intervalos de nuestro sistema
musical actual están “corruptos”, no coinciden con los intervalos naturales que
se verifican en los armónicos. Para decirlo grosera y esquemáticamente: Nuestro
sistema musical está desafinado con respecto a la naturaleza del sonido porque
parte de una abstracción (la división en 12 partes iguales de la octava).
La tercera innovación-pérdida occidental
es la escritura musical. La tradición hindú y la misma música griega tuvieron
(y tienen) formas de escritura musical –algunas de ellas muy avanzadas-. Pero Occidente,
en el largo camino que lleva de la edad Media a la Modernidad hace de la
escritura musical un dogma y la convierte en la apoteosis de la música. Tanto la
milenaria tradición de la India, como la griega, basaban su sistema musical en
la improvisación sobre escalas y modos combinados con patrones rítmicos y
formas de acentuación (similares a nuestra idea de compás pero mucho más
abiertos, dinámicos y móviles). Es decir que la tradición musical que nos
antecede nace como música de improvisación. Estas dos ricas tradiciones pueden
rastrearse en la actualidad a través de grabaciones de música clásica de la India (su sistema musical
incluye hasta 22 notas) y la música griega vive aún en la música religiosa y
tradicional (no en el arte de masas) de Medio Oriente.
En Occidente, en la primera etapa
medieval, se improvisaba pero esta práctica fue abandonándose a medida que la
escritura trajo la idea hegemónica de “la obra musical” (concepto que sutura, cierra
y estructura una composición que ahora debe ser interpretada según lo escrito
en el pentagrama). Luego, la educación musical tradicional hizo lo propio y
terminó desterrando la improvisación a la música popular o transformándola en
patrimonio de unos pocos “genios”: los compositores escolásticos.
Empero, en el siglo XX, con el jazz
y la masividad del rock, la improvisación regresó al imaginario colectivo musical
para recuperar acaso el terreno que nunca debió perder.
Improvisar, el estado natural de la música
Pero ¿qué es improvisar? ¿Es un
estado de iluminación cosmológica tal que los sonidos vienen al músico y éste
los vuelca a su instrumento? No, improvisar es el estado natural de la música
y, con ello, es previo a la escritura o al pautado de las ideas musicales.
Improvisa el músico de jazz pero también lo hace el compositor académico o el
arreglador antes de volcar sus ideas sobre el papel.
Pero improvisar musicalmente no es
lo mismo que ser un músico improvisador: El músico que improvisa busca sus
composiciones, variaciones y arreglos con los mismos elementos técnicos que el
improvisador. La diferencia es que el primero, una vez encontrada la idea musical,
cesa en su búsqueda (para esa obra) mientras que el improvisador se prepara y
entrena para que su lenguaje esté permanentemente imbuido de esa búsqueda de
ideas musicales. El improvisador es un especialista en jugar con los sonidos en
tiempo real, mientras que el músico “normal” centra su lenguaje en la
previsibilidad que le da la repetición de lo ya compuesto, esté esto escrito o
no. Entonces, se llama “improvisador” a aquel músico que está específicamente
entrenado para improvisar, que tiene un cúmulo de conocimientos que le permiten
hacer melodías en “tiempo real”, mientras se ejecuta la obra.
Estos conocimientos o elementos
técnicos de un improvisador son los mismos conocimientos que debe adquirir y
usar cualquier músico y pueden resumirse en el manejo general del sistema
musical, un uso amplio de la Armonía (los acordes, los sistemas armónicos) y la
Morfología musical, el conocimiento y utilización profuso de elementos que
sirven para componer melodías como escalas, arpegios y sustituciones funcionales.
Además, improvisar requiere de una sólida cultura rítmica, de un constante entrenamiento
auditivo y, sobre todo, de una actitud abierta frente a las ideas musicales.
Bibliografía
para consultar:
Athos
Palma, José y Cattoi, Blanca; “Apuntes de acústica y escalas exóticas”, Bs. As.
Ricordi
De
Candé, Roland; “Historia universal de la música”; Aguilar
González
Iramain, Julio F; “Introducción a la improvisación en el Jazz y la música
popular”, La Rioja, Edición independiente, 2007
Quintiliano,
Arístides; “Sobre la música”; Gredos
Schömberg,
Arnold; “Armonía”; Madrid, Real Musical